En el día de ayer leí un artículo muy interesante en el Diario La Nación, una entrevista en realidad, al cardiólogo Carlos Tajer, sobre la medicina narrativa.
No es ni más ni menos que una corriente que reconoce la crisis en la relación médico- paciente, en el sentido de que los médicos no escuchan adecuadamente al paciente, no le dan el tiempo suficiente, no perciben su sufrimiento, no logran la empatía- una palabra que ha cobrado una vigencia inusitada en los últimos tiempos.
El resultado es claro: la relación médico- paciente vive un deterioro si.mn precedentes. Todos estamos apurados: el médico por atendernos, el paciente por curarse, el sistema por facturar… y en el medio de todo ese desenfreno, en un mundo de hiperconexion, los seres humanos estamos cada vez más desconectados.
En lugar de escuchar al paciente, lo interrumpimos a los 18 segundos para hacerle una pregunta “al hueso”, buscando algo muy especifico, según la especialidad que practicamos. Olvidando que lo que hay enfrente no es ni más ni menos que otro ser humano que tiene una desventaja enorme: tiene una dolencia que explica con sus palabras sin saber qué es, lleno de preocupación y angustia.
Ojalá la medicina narrativa se traspolara a todas las disciplinas y volviéramos a escucharnos, como pares, sin apuro y persiguiendo el bienestar propio y el del prójimo.
